domingo, 13 de marzo de 2011

Biocarburantes celulósicos

Se pueden producir biocombustibles es interesante por varias razones.
La que te mencionaba al principio de que su uso no contribuiría de
forma neta al calentamiento global (el CO2 que se emite es el CO2 que
las plantas captaron), lo que convertiría al combustible en una fuente
de energía renovable. ¡Claro! Las plantas toman el CO2 del aire y su
transformación en combustible lo devuelve, en un bucle cerrado. Es un
concepto radicalmente distinto del de usar combustibles fósiles, en el
que tomas CO2 que se retiró de la atmósfera hace millones de años y lo
añades. De golpe, además. Por otro lado, aumentaría probablemente los
ingresos del sector agrícola. Y cambiaría la situación geopolítica al
fomentar el abastecimiento local de combustibles.

Pero no todo es color de rosa. La producción de biocombustibles puede
competir por los suelos cultivables con la comida. Requieren, al menos
inicialmente, de subvenciones, lo que conllevaría un notable gasto
público, que debe merecer la pena inequívocamente (es decir, que
apostar por los biocombustibles podría desviar recursos de otras
soluciones que resulten mejores, realmente). Y la generación de
biocombustibles no es gratis. Incluso, durante su síntesis se produce
CO2, que habría que tener en cuenta a la hora de hacer un balance
completo. Sí, sé que al principio te decía que su uso no producía
descarga neta de CO2. Pero su elaboración sí. Bajo la forma de
fertilizantes para las plantas, combustible para las máquinas,
destilado de las materias primas… Esto se podría evitar si para
producir biocombustibles se usaran sólo biocombustibles. Así se
evitarían emisiones netas de CO2.
Resumiendo, yo creo que los biocombustibles son una buena idea, si
cumplieran tres premisas.
• Primera, no restar comida.
• Segunda, no aumentar la superficie cultivada.
• Tercera, producirse con los propios biocombustibles para evitar
emisiones netas de CO2.

Son restricciones exigentes, pero inevitables. Y que no solucionan el
problema de sustituir el petróleo, pero que pueden dar un 10% de
alivio. Y es que es probable que el futuro no esté hecho de una
solución, sino de un mosaico de ellas. Y es posible que los
biocombustibles sean parte de la solución. O quizá no. Por eso te
cuento. Para que puedas saber y tomar buenas decisiones.

Fuente: http://tinyurl.com/yj4ma9y

Existen biocombustibles de primera generación. Que emplean los mismos
productos vegetales que nosotros comemos o que damos al ganado. Se
trata de materiales fáciles de procesar y relativamente baratos. Pero
no cumplen con la primera premisa. Nos quitan comida y presionan sobre
los precios de la que no nos quitan. Y para evitar esos daños aparecen
los biocombustibles de segunda generación.


Los de segunda generación, o celulósicos, emplean residuos vegetales.
Serrín y restos de construcción, residuos agrícolas y cultivos leñosos
de crecimiento rápido. Estos materiales son abundantes, baratos y no
deberían afectar a la producción de alimentos. Tampoco son inocuos,
ojo, que muchos de ellos deberían terminar fertilizando suelos
(especialmente los residuos agrícolas). Pero a las alturas que
estamos, lo inocuo no existe.


¿Cuánto petróleo ahorrarían? En EE.UU., los autores calculan que la
biomasa celulósica de aquel país servirá para sustituir la mitad del
consumo de combustibles para automoción. Y a nivel mundial, aunque es
más difícil de calcular, es posible que la biomasa celulósica total
pueda equivaler a entre 1 y 5 veces la producción mundial anual de
petróleo de 2009 (unos 30.000 millones de barriles). Un enorme
potencial.


Pero… Ha habido avances, sí, aunque faltan las técnicas definitivas.
La materia prima es la celulosa. Que está hecha de glucosa, pero
dispuesta de tal manera que forma una esqueleto molecular rígido,
intrincado. Curioso que no podamos comer con provecho la celulosa,
aunque esté hecha de lo mismo que el azúcar. Y es que en ella, las
glucosas están ordenadas de forma diferente. Sí, sí, la celulosa es
una molécula digna de conocer (te la cuento pronto, prometido).


Fuente: http://tinyurl.com/yfd9qv3

Ya existía una vieja técnica, de principios del siglo XX. Que, además,
se usó profusamente durate la Segunda Guerra Mundial por el ejército
alemán para convertir carbón en petróleo, por las dificultades de
suministro que tenían. Si se trata la celulosa a altas temperaturas, y
se añade oxígeno, rinde un gas, llamado syngas, rico en CO, H2 y
alquitranes. El cual puede convertirse en combustible líquido mediante
un proceso denominado de Fischer-Tropsch. es un procedimiento bien
conocido, pero resulta caro y consume mucha energía.


Otra posibilidad es calentar la celulosa a menos temperatura
(300-600ºC) en un entorno libre de oxígeno. Eso rinde biopetróleo y un
residuo sólido parecido al carbón. el biopetróleo no es como el
petróleo geológico. Es mucho más ácido y menos calorífico. Tan ácido
que dejaría inservibles los motores. Por tanto, habría que refinarlo.
Por cierto, que este método también acepta residuos animales. De
hecho, en una refinería ubicada en Texas se logran 45.000 litros
diarios de diésel a partir de los residuos orgánicos de mataderos, y a
buen precio.


Hay una variante de este método que somete a la celulosa a
temperaturas de 500ºC durante un segundo. Eso la descompone en
moléculas pequeñas, aún rícas en O. Elemento que abunda en la celulosa
y que hay que quitar si se quiere producir combustible (hecho, sobre
todo, de C y H). Eso se logra con catalizadores que producen
gasolinas. El proceso dura unos 14 segundos pero aún está por
desarrollar una planta prototipo.


Todos esos tratamientos han de mejorarse antes de volverse prácticos,
comerciales. Deben romper la celulosa de modo barato, sin producir
materiales tóxicos, con bajo consumo de energía, rindiendo
concentraciones elevadas de azúcares fermentables y aptos para
convertirlos en biocombustibles, y a costes competitivos con el
petróleo. Y, por desgracia, aún no han cumplido esos requisitos. Todos
y cada uno.


Sí hay una técnica que es prometedora (AFEX, la llaman). Cocer bajo
presión la biomasa a 100ºC, con amoniaco. Cuando se reduce la presión
el amoniaco se evapora y se retira, con lo que sólo queda la mezcla de
azúcares, con un rendimiento del 90%. Y a partir de ella, se obtendrá
el biodiesel.


En resumen, las técnicas están cerca de ser comerciales y hay que ir
mirando los problemas desde ya. Principalmente el problema de la
competencia entre biocombustibles y comida. Ante esa disyuntiva el
mercado no sabe hacer las cosas bien, no es un buen tomador de
decisiones. Porque el mercado sabe asignar recursos de modo eficiente
para la producción, pero no para que un recurso llegue a todos. El
mercado sabe establecer precios, pero el precio marca el límite entre
los que tendrán el recurso y los que no.

Y la comida es imprescindible en un mundo de más de 6.000 millones de
personas. Coger un coche no.

NOMBRE:Alexander Sayago Maldonado C.I:16232455
EES SECCION:1

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